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De la Infraestructura a la Arquitectura

La segunda mitad del SXIX está marcada por la proliferación del empleo del hierro (no confundir con el acero) en la construcción. La Revolución Industrial conllevó grandes avances técnicos que influyeron a la mayoría de sectores de la construccion. En concreto, el desarrollo del ferrocarril, principalmente por Estados Unidos e Inglaterra facilitó el desarrollo de la industria del hierro. Este material, que en sus orígenes sirvió solo para la fabricación de railes, poco a poco se fue introduciendo en la construccion de fabricas debido a sus cualidades mecánicas y sobre todo porque minimizaba el riesgo de incendios tan comunes en los edificios de madera. 

 

Las primeras obras realizadas con hierro estuvieron destinadas al ferrocarril y fueron principalmente railes y puentes. La primera gran obra fue el puente sobre el río Severn, en Coalbrookdale, Shropshire, Inglaterra, en 1775 por Thomas Wilson. Es un puente formado por dos arcos que trabaja principalmente a compresión y cuyas uniones, en lugar de ser roblonadas (las típicas que se ven en las estaciones de trenes) son más propias de la madera. Este momento marcaría el inicio de una competición por la ejecución del mayor puente con el consiguiente desarrollo y perfeccionamiento de la técnica. Durante los siguientes treinta años, ingenieros de la talla de Thomas Telford mejorarían la técnica y la aplicarían a puentes, carreteras y obras hidráulicas. Esta carrera de ingenio, dirigida principalmente por ingenieros facilitó el desarrollo de los puentes colgantes, primero con cadenas de eslabones y posteriormente con cables que colgados desde catenarias soportaban el tablero por el que circulaban los trenes. Obras que se pueden reconocer con facilidad de aquella época son el Puente sobre el Ródano en Tain-Tournon de los hermanos Seguin y el inconfundible Puente de Brookyn en Nueva York. Durante todo este tiempo se sucedieron las patentes de trenzado de cables, eslabones, perfiles huecos roblonados, hierro forjado, fundido y laminado, vigas de gran canto ect, pero como se ve, principalmente encaminados a las infraestructuras. Este proceso inicia además la diferenciación entre el trabajo del ingeniero, del constructor y del arquitecto, que hasta la época se entremezclaban y generalmente se ceñían a una única persona. 

 

 


Otras de las primeras obras que se erigieron con hierro también estuvieron vinculadas a los ferrocarriles y fueron principalmente las estaciones de trenes. La liberación estructural que permitía este nuevo material originó grandes estructuras metálicas roblonadas, de imponentes luces que creaban espacios abiertos al usuario dotadas además, de un elemento innovador para la época, como son los grandes paños de vidrio en sustitución del ladrillo o la madera. Podemos citar la Estación del Este de Paris (1852) y la estación del Norte de 1847, la estación de San Pancras en Londres de 1867 y la inmensa mayoría de las estaciones de trenes que conocemos, sin ir más lejos la de Atocha en Madrid.

El máximo exponente de construcciones realizadas con hierro y vidrio son los Pabellones para las Exposiciones Universales. Para el pabellón de la Expo de 1851 de Londres el jardinero Joseph Paxton diseñó un enorme y elegante invernadero a base de una estructura portante de hierro con entrepaños de vidrio. Este edificio no sólo fue un hito en su época por sus dimensiones y técnica constructiva, sino que marcó el inicio de la prefabricación y modulación estructural, ya que se llevó en piezas que se ensamblaron en el lugar de destino, y una vez terminada la exposición se desmontó. 

Las posteriores Exposiciones Universales se trasladarían a Paris (1855-1900), donde las Galerie des machines, en la que participó un joven Eiffel marcó el inicio de la supremacía francesa frente a la británica en el campo de la construcción.

La primera obra en la que se emplea el hierro como estructura portante data de 1872 y es la fábrica de chocolate Menier de Jules Saulnier, en la que se emplean columnas de hierro fundido y vigas de hierro forjado. No obstante, bastante antes se habían ido levantando edificios con partes de su estructura metálica como Henri Labrouste que empleó muros macizos de ladrillo perimetrales y los interiores de hierro corresponden Biblioteca Sainte Genevieve (1851) y para la Biblioteca Nationale (1858-68) ambos edificios con amplios espacios abovedados sacando el máximo partido al buen comportamiento a compresión del hierro.

 

 

Esta nueva forma de construir permitió erigir edificios en altura lo que origino nuevos problemas y nuevas soluciones como la necesidad del empleo de ascensores (el primero en usarlo fue Otis en 1854)

Uno de los personajes más notables de la época y que todos conocemos es Gustave Eiffel (1832-1923) que fue un ingeniero destacado y que aportó conocimiento tanto al campo práctico como teórico del cálculo y construcción con hierro. A la conocida torre de 305m de altura, icono mundial, que exhibe orgullosa las posibilidades estéticas y estructurales del hierro, hay que agregar una importante obra en puentes, entre los que destacan en Puente sobre el Río Duero (1875) y el Viaducto de Garabit (1880-1884).

 

El ámbito del urbanismo europeo está marcado por las grandes intervenciones en las ciudades mediante la apertura de grandes avenidas y bulevares. De esta época es el Paris que hoy conocemos gracias al Baron Haussman, la icónica Barcelona gracias al Plan Cerdá y la Ciudad Lineal de Arturo Soria.

 

Mientras tanto, en el resto de las vertientes artísticas cabe destacar el inicio del Impresionismo. El origen del mismo viene marcado por las exposiciones de arte en la que un desconocido Eduard Manet es rechazado para exponer sus obras por no considerarse académicas, no así sus contemporáneos Ingres (todo academicismo) y Delacroix (nada académico pero capaz de ocultarlo suficientemente bien como para ser aceptado) Esto provocará que un grupo de jóvenes pintores, hartos del academicismo y de las estrictas normas establecidas, y favorecidos por la aparición de la cámara de fotos y de los tubos de pintura portátiles, emprendan un nuevo camino pictórico. Estos avanzados a su época no son otros que  Camille Pissarro, Edgar Degas, Pierre-Auguste Renoir, Paul Cézanne, Alfred Sisley y Berthe Morisot. Este nuevo estilo y ruptura con las reglas establecidas por la Ecademia de Bellas Artes influirá en el escultor Rodin, un genio que cambiaría la forma de entender la escultura para el resto de generaciones.

 

No obstante, toda esta industrialización de la arquitectura y a priori deshumanización de la misma tendrá sus detractores, sobre todo en Europa, que abogarán por recuperar un estilo propio, tradicional y artesano, creado por y para el hombre a partir de los materiales comunes y de los estilos clásicos, principalmente del Gótico. Esto dará pie al Neogótico, movimiento principalmente abanderado por Violet le duc en Francia y John Ruskin en Inglaterra que evolucionará hacia el Modernismo. Sin embargo, al otro lado del Océano Atlántico la visión es completamente distinta y dará origen a los grandes rascacielos primero con tintes neogóticos y que luego se abrirán paso a otros estilos. 

 

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